En búsqueda de un modelo de reciclaje funcional

La problemática de los residuos sólidos en la ciudad

Por Clara E. Mosso

Basura acumulada en la vereda del Psj. San Lorenzo. Foto: Marcelo Somma.

Basura acumulada en la vereda del Psj. San Lorenzo. Foto: Marcelo Somma.

Sin duda, el manejo y la disposición de los residuos domiciliarios es actualmente uno de los mayores problemas ambientales y sociales urbanos. Y quizás en San Telmo  sea aún más notorio que en otros barrios.

A pesar de la presencia de contenedores, las bolsas de basura comienzan a acumularse en las veredas desde la tarde, y por la noche se forman revoltijos de bolsas rotas y todo tipo de residuos que se van desparramando. Por si fuera poco, nos parece completamente normal, tal vez porque ya nos hemos acostumbrado, que los recuperadores urbanos (más conocidos como “cartoneros”) hurguen entre todo tipo de basura, incluyendo los residuos patogénicos que generamos y desechamos todos los días, en busca de material reciclable.

Estas personas, en condiciones totalmente insalubres, cumplen una función social muy importante a la que el resto de los ciudadanos no hemos sido capaces de contribuir: la recuperación de material reutilizable y reciclable (que a través de su venta es reintroducido en el sistema de producción) y la reducción de los volúmenes de basura enviados a los rellenos sanitarios.

Aún así, los rellenos sanitarios que operan en los alrededores de la ciudad reciben millones de toneladas de basura por día (que todavía en gran parte es reciclable o reutilizable), lo que los hace una bomba de tiempo. Más allá de discutir si este es o no el método más adecuado para tratar los residuos, la vida útil de un relleno sanitario no es infinita.

¿Cuántas hectáreas más se necesitarán en los próximos años para disponer nuestra basura si seguimos generándola a los volúmenes actuales? Es imperante reducir estos volúmenes, y para eso es necesario que cada vecino tome consciencia del problema y empiece a actuar en consecuencia. Debemos involucrarnos en este tema, hacernos cargo de nuestro consumo y de la basura que genera y dejar de conformarnos con pasarle el problema a otro.

Basura acumulada en la Plaza Dorrego. Foto: Marcelo Somma.

Basura acumulada en la Plaza Dorrego. Foto: Marcelo Somma.

En este sentido, quisiera compartir la exitosa experiencia del programa M.I.R.A. (Manejo Integral de Residuos por el Ambiente), generado en el año 2008 por un grupo de estudiantes, docentes y no docentes de la Facultad de Agronomía (FAUBA) preocupados por la producción excesiva de residuos. Uno de los objetivos de este programa fue implementar un sistema de clasificación de los residuos generados en la Facultad que permitiera la separación y colección de aquellos potencialmente reciclables (materiales que después de ser consumidos pueden ser transformados y servir como materia prima para la fabricación de nuevos productos, como distintos tipos de papel y cartón, plásticos, metales y vidrios).

Para esto, se han colocado distintos recipientes debidamente identificados en todos los pabellones de la Facultad para la disposición de residuos reciclables y no-reciclables. La disposición diferenciada de los residuos es responsabilidad de todos los miembros de la Facultad, mientras que el manejo de recipientes y bolsas es llevado a cabo por personal de maestranza. Las cajas donde se colocan los residuos reciclables son provistas por la Dirección General de Reciclado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y también hay cajas para papel y recipientes para tapas plásticas suministradas por la Fundación Hospital Garrahan.

Todo lo que se coloca en estos recipientes debe estar limpio y seco. Así, los residuos no-reciclables y reciclables siguen circuitos diferentes. Los primeros son retirados diariamente por la empresa de recolección de residuos que actúa en la zona, mientras que los reciclables se disponen en contenedores destinados a tal fin y luego son retirados por personal de una cooperativa de recuperadores urbanos, para su clasificación y posterior comercialización, o por personal de la Fundación Garran según el caso.

El programa contempla también la realización de acciones de monitoreo para asegurar el correcto funcionamiento del programa dentro de la facultad. Además, se han generado instancias de participación vecinal en la que los habitantes del barrio de Agronomía pudieron informarse sobre el manejo de los residuos domiciliarios. Cabe destacar que todos los miembros del M.I.R.A trabajan voluntariamente en este proyecto.

Considero a este programa como un ejemplo a seguir. Sus miembros no esperaron que alguien más solucione el problema de los residuos, sino que se agruparon y buscaron soluciones “locales”, involucrándose cada uno con el programa en la medida de sus posibilidades.

Mientras esperamos pacientemente medidas efectivas del gobierno con respecto a este tema, contamos con algunas alternativas. La Fundación Garrahan, por ejemplo, cuenta con programas de reciclado de papel, tapitas y llaves al que pueden unirse consorcios de edificios de la Ciudad de Buenos Aires (para más información consultar en www.vaporlospibes.com.ar/consorcios).

También existen distintas cooperativas de recuperadores urbanos y centros de recepción de material reciclable a las que podemos recurrir. En la calle México, por ejemplo, a pocas cuadras de los límites de San Telmo, se encuentra la Cooperativa Sud que recibe papel, cartón, aluminio y vidrio (www.dondereciclo.org.ar). Los integrantes del programa M.I.R.A. han desarrollado un manual, que está disponible en su sitio web, (www.mirafauba.wordpress.com) donde describen el funcionamiento del mismo. En este sitio además se puede encontrar información muy interesante y variada sobre manejo de residuos urbanos.

Considerando estos antecedentes ¿Es muy descabellado pensar en implementar algo parecido en nuestro querido barrio de San Telmo?

Clara Mosso es vecina de San Telmo y estudiante de la Licenciatura de Ciencias Ambientales en la Universidad de Buenos Aires

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