Una historia real que parece un cuento

La Pulpería Quilapán (Defensa 1344, CABA), supo confiar en sus parroquianos amigos y logró lo que muchos creen que no existe: el dar sin pedir nada a cambio.

La historia comenzó cuando el pulpero le dio “una mano” a una persona para que pudiera afrontar el difícil momento que estaba pasando y terminó sufriendo un juicio laboral, con el embargo de cuentas y demás acciones judiciales. Supieron que en este caso la Justicia era injusta, imaginaron que todo estaba perdido cuando les embargaron las cuentas… pero no se rindieron.

Entonces el pulpero pensó en vender la reja del Cabildo o el inodoro de Urquiza o la bodega de Juan Duarte que tienen atesorados, pero conversando con la pulpera ella le dijo que “era parte del capital histórico de la pulpería y que no se puede vender la historia; menos para pagar a un ¨carancho¨. Así que, para no frenarnos en todos los lindos proyectos que tenemos, decidimos armar una colecta en Europa y en Argentina aunque algunos decían ¿No estás loco pulpero, en pedir ayuda a los clientes para resolver tu problema con la Justicia?”. 

Créase o no, no estaba loco y se hizo “justicia” porque ese pedido de SOS surtió efecto porque el resultado fue: ¡Más de $ 500.000 y cientos de mensajes! Aquí transcribimos algunos:

-“Es en realidad poco por los buenos momentos que me regalaron y lo que están haciendo para mantener viva esta parte de nuestra historia”.
-“Pulperos, va mi pequeño aporte”.
-“Vamos colaborando con ustedes los que no tenemos mucha plata, pero tal vez si muchos ponen un poco, sumemos”.
-“Este es mi «regalo» para vos, a quien vengo leyendo desde hace tiempo”.
-“Hay que ser muy fuerte para abrirse como ustedes lo han hecho”.
-“Gracias por todo lo que hacen por la comunidad”.

Su respuesta fue sencilla pero sentida: Con mi corazón de pulpero les doy las GRACIAS. Es emocionante recibir tanto apoyo y poder seguir adelante con lo que nos gusta hacer: escribir historia y cocinar”.

Alguien dijo alguna vez: Cosecharás tu siembra…

                                                                                   Isabel Bláser

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *