Panadería Cosas Ricas: 50 años de tradición

Es la panadería que cuenta el camino que hicieron muchos en la zona Sur. Quizá, es parte del mapa que nace en aquellos anarquistas que ponían nombres políticos a las facturas, hasta estos españoles que fueron marcando la vida de este barrio, a fuego lento y para siempre.

Cosas Ricas es una de esas panaderías que ha cambiado de manos varias veces y que se ha convertido en un símbolo barrial. Y como toda institución duradera, ésta fue construida con el sudor y las historias entrecruzadas de la gente cuyas vidas plasmó. En este caso, son tres familias gallegas cuya trayectoria también dibuja la historia de la inmigración española del siglo veinte en Buenos Aires.
Para mucha gente mayor de San Telmo, Cosas Ricas es en realidad el hijo (más grande, más moderno, pero del mismo estirpe) de La Lorenzana. Más conocido como la panadería de Paco, el gallego que la manejó durante casi 40 años y cuya foto en blanco y negro, mostrándolo parado en la entrada del local, se puede ver colgada detrás del mostrador. Pero aún antes de Paco, cuyo nombre es Juan Francisco Cartoy, la panadería estaba en manos de un gallego al que llamaban “Freddy”, quien se la vendió cuando el local ya tenía unos 15 años en el barrio.
Para nuestro propósito, la historia de la panadería sobre la calle Perú al 1.000 empieza cuando Paco la compró a fines de la década del 50. Este local, que en esa época medía la mitad de lo que es hoy (la parte más cercana a la calle Humberto Primo era una imprenta), sería la fuente y el eje de su vida durante las décadas en que la manejó con su esposa Carmen. La bautizó con el nombre de su pueblo natal en Galicia, y trasladó al nuevo negocio un conocimiento de oficio adquirido durante siete años trabando en La Francesa, otra panadería en la calle Piedras.


Paco y Carmen habían llegado el 30 de mayo de 1950 en el vapor argentino “Salta” con su hijo de 1 año, Peregrín. El viaje duró 16 días y Paco bajó 10 kilos en dos semanas “porque la comida era malísima”, aunque Peregrín, cargando a su padre, aclara que en realidad fue porque “se la pasaba vomitando todo el tiempo”.
Como muchos gallegos en esa época de fuerte inmigración española, los Cartoy ya tenían varios familiares en Buenos Aires que los ayudaron a instalarse y encontrar trabajo. Y como era común entre la comunidad gallega, terminaron trabajando en el rubro de gastronomía/confeccionaría, porque -como lo explica Paco- “los gallegos tenían las panaderías, confiterías, y algunos restaurantes, mientras los italianos tenían las fábricas de pasta y las verdulerías”.


Con los años, La Lorenzana ganó un público fiel. Las personas del barrio “no eran clientes, eran amigos”. Se fiaba generosamente y los Cartoy tenían clientes que pagaban hasta cada 30 días. Los veteranos del barrio recordarán que en la panadería-almacén había una cola para comprar el pan que horneaban Paco y Carmen y otra para comprar facturas, además de vinos y otros artículos de cocina que vendían desde las 6 de la mañana a las nueve de la noche. ¡Y vendían 220 kilos de pan por día!
“Nosotros, gallegos, nos hicimos para trabajar.” recuerda Paco. “Cuando trabajaba para la Francesa cargaba 60 kilos de pan al hombro, y una vez caminé desde Lima y Humberto Primo a la panadería cargando 60 kilos de azúcar sobre mi espalda. Tenías que ser fuerte para hacer este trabajo en aquella época”.
Otros recuerdos hacen resaltar cuánto ha cambiado desde esos años: la llegada del pan dulce para las fiestas de fin de año fue señalada por una cola que llegaba hasta la esquina, porque “era el pan dulce almendrado era de la panadería La Espiga de Oro en Constitución y en esa época no se vendía pan dulce en cualquier supermercado, como lo hacen hoy. Pero no es lo mismo”, aclara, “porque ahora lo venden todo empaquetado y te dura mucho tiempo porque le ponen tantas cosas que uno no sabe qué son para conservarlo”.


Hubo desafíos en el camino, incluyendo un juicio que duró ocho años contra una familia que no pudieron desalojar del segundo piso de la casa que compraron (toda la cuadra de Perú desde la calle Humberto Primo hasta la Tintorería Tokio pertenecía al mismo dueño, que la vendió en bloque). Pero mirando hacia atrás, cuya historia es emblemática de tantas historias del triunfo del inmigrante que se acopla y ayuda a construir su país adoptivo, el gallego sonríe satisfecho.
“Yo estoy contento porque traje mi hijo acá con el sueño de construir una vida mejor. Trabajé bien, tenía una señora muy fiel, y salimos a flote. Pude triunfar y logré volver con mis propios medios a visitar mi país cinco veces”, dice, explicando que volver para muchos que vinieron de España representa cumplir una meta. “Porque el que deja el pueblo donde nació, a los hermanos y a la familia, los extraña hasta que muere”.
En 1992, Paco alquiló La Lorenzana a Carlos González, hijo de un español que repartía churros en San Telmo desde los ’50. Paco vio crecer a Carlos, desde que le daba caramelitos cuando el chico acompañaba a su padre en el reparto. “El papá de Carlos se levantaba a las 2 de la mañana y salía a repartir churros a las 6. Era honrado, trabajó día y noche, y nunca fallaba”, elogia Paco.


Aunque viven en Villa Devoto, los integrantes de la familia González tienen raíces desde hace tiempo en San Telmo, y son dueños del garage de la calle Estados Unidos y Bolívar, además de la Gráfica Mafer (que imprime este periódico). “Trabajé en San Telmo desde los 18 años, cuando San Telmo era muy diferente; más barrio”, dice Carlos.

Rica y nueva
Cuando surgió la oportunidad de comprar la imprenta de al lado, Carlos la tomó y, tras unas reformas, en 1998 abrió la nueva versión de la panadería (este año cumple 50 años desde que llegó Paco, y 10 en su ampliada forma actual). Instalaron una cocina en la parte de atrás y ahora Cosas Ricas produce mucha más comida que antes, incluyendo una oferta importante de sándwiches, empanadas, tartas, y lunch durante la semana. “Pero los sábados y domingos vuelve a ser más una panadería de barrio”, dice Carlos, dado que atienden menos a la gente que trabaja en la zona y más a los residentes que vienen a comprar facturas y pan como antes.


“Tratamos de hacer las cosas como si fueran para consumo en nuestra casa. El trato nuestro es más familiar”, explica Carlos. “Conocemos la vida de todos, y eso hace que no sean sólo clientes”. No sólo los clientes, sino también los empleados dan testimonio de un negocio nacido y manejado por lazos familiares. Mario Alarcón, que atiende junto con Dante Fuentes (dos de las caras más conocidas de Cosas Ricas) tiene casi 30 años trabajando con Carlos, anteriormente en la fábrica de churros de los González.


Tanto en su fachada, que prácticamente no ha cambiado en medio siglo, como en su base de labor familiar, Cosas Ricas refleja la historia de los negocios tradicionales que fueron apareciendo y creciendo al lado de las nuevas comunidades que se instalaron en Argentina.

—Catherine Black

Panadería y Confitería Cosas Ricas
Perú 1081/85 / Te: 4300-5747

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6 Respuestas

  1. Siempre compro ahi, me hacen sentir muy bienvenido aunque que obviamento no naci aca. Es un lugar muy especial y las cosas – por eso el nombre ! – son realmente ricisimas!!!

  2. Wilberth Marroquin dice:

    Hola soy un joven de 23 anos y desde pequeno sueno con tener una panaderia en cada lugar y estado de mi pais que es Guatemala ahora recido en los estados unidos, tratando de comenzar un sueno que se que va ser marabilloso, haciendo un poco de de efectivo para poder comenzar, lo que me gustaria que hicieran por mi seria decirme cuales son los primero pasos para poder emprende este negocio que puedo y que no debo hacer. Como poder obtener nuevas clases de pan, espero que su respuesta y ante manos agradecido, gracias.

  3. Mariana dice:

    De chiquita iba siempre ahí, la panadería de los Cartoy o la panadería de Don Paco. Mi mamá vivió en la casa de arriba hasta que se casó, la que está sobre el bar y después vivimos siempre a la vuelta. Mi mamá compraba un pan que le gustaba a mi papá, se llamaba «pan directo», era un pan duro, no sé si es que se leudaba poco o no se leudaba, pero no se hacía ahí sino en la panadería de la hermana de Doña Carmen. No sabía que la panadería seguía en familia, muy buena la nota, le interesó mucho a mi ma también, así que…Gracias!!

  4. Jose Maria Paolella dice:

    Son 51 años de amistad mas que de clientes fieles hoy casualmente encargue
    sandwiches para festejar mi 86 años mañana 6 de enero
    La actual atencion nos hace sentir que todo es distinto pero que nada ha cambiado

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