Entrevista: el Arquitecto José María Peña (I)

El arquitecto Peña frente a la librería Avila. Foto: Marcelo Somma

El arquitecto Peña frente a la librería Avila. Foto: Marcelo Somma

Entrevista: el Arquitecto José María Peña

Se dedica a la investigación de la arquitectura y el patrimonio desde 1959. Fue el creador del Museo de la Ciudad y la primera ordenanza municipal que reconoció y otorgó protección al Casco Histórico de Buenos Aires. Creó la Feria de los Domingos en la Plaza Dorrego y es considerado por muchos el padrino de San Telmo, donde también es vecino y sigue desempeñando su labor de difusión, estudio y asesoramiento después de  medio siglo. Aquí, una charla con uno de nuestos Ciudadanos Ilustres más queridos.

¿Cómo empezó a interesarse en temas del patrimonio?

Yo empecé con la valoración de patrimonio cuando me recibí de arquitecto, hace bastantes años. Tuve la suerte de entrar a trabajar al Instituto de Arte Americano de la Facultad de Arquitectura. Éramos muy pocos, tres personas, para estudiar la arquitectura de Buenos Aires de los siglos XIX y XX, y tuvimos que empezar de cero. Había, por supuesto, libros que hablaban de arquitectura pero no era un tema que generalmente se estudiaba científicamente.

Internacionalmente había un estudio del patrimonio…

Sí, había, pero yo me quedé con la realidad local. Ese ha sido uno de mis principios que sostengo a rajatabla. Aplicar lo que se hace en otros lados termina nunca funcionando. Porque nosotros (los argentinos) somos diferentes, igual que los franceses son los franceses y los alemanes son alemanes. Uno de los grandes problemas que ha tenido la idea de preservación en Buenos Aires es que muchas de las diferentes gestiones han querido aplicar lo que se hace en otros lados y eso no funciona porque somos diferentes.

La idea de Le Corbusier del Plan Director para Buenos Aires….

Bueno, eso fue terrorífico. Después de él, en el año 1956 se sacó una ordenanza (del arquitecto Antonio Bonet) que establecía que todo el barrio Sur se iba a demoler porque ahí se iba a construir la ciudad nueva. Yo siempre digo, un poco en broma, que nos salvó una constante nacional, que es no tener suficiente plata para hacer las expropiaciones.

Entonces cuando yo me recibo y entro a trabajar en el Instituto de Arte Americano de la Facultad de Arquitectura para este trabajo de arquitectura de los siglos XIX y XX, éramos tres. Nos dividimos el plano de la ciudad según era en (distintas épocas), y salimos a caminar. Caminábamos 120 cuadras por día, con planillas, anotando, sacando fotografías.

Algo muy pintoresco era que la gente, los dueños de las casas, no entendían nada. A mí me pasó en el año ’61 que una señora que estaba barriendo la vereda me ve y me dice “¿Qué está haciendo?” Entonces digo, “Para patrimonio…” “¿¡Qué!? Seguro que es para cobrar más impuestos”. Y de repente vino así, de golpe, olor a sopa y yo digo “¡Que rico sopa! Debe ser de fideos”. Ella responde “¿Le gusta la sopa?” y terminé almorzando en la casa. Te das cuenta que el ritmo de Buenos Aires en esa época era otro. Eso fue acá en San Telmo, que era un barrio que tenía mucha gente que vivía tradicionalmente, pero con la ordenanza (del ‘56) por la que iban a demoler todo, nadie hacía arreglos, nadie construía para vivir.

¿Cómo fue la creación del Museo de la Ciudad y de sus distintas ferias?

Yo propuse la creación del Museo, que se hizo en el año ‘68. Dentro de sus responsabilidades era la de asesorar sobre los edificios de valor patrimonial y los conjuntos costumbristas para retratar la identidad del lugar, con lo que yo interpretaba que los edificios no podían ser aislados. La idea es así: una familia tiene nieto, tío cuñado, abuelo, eso en conjunto es una familia. Sino, son individuos.

Las ferias llevaron a la valoración de las pequeñas cosas, de las grandes también, pero de las pequeñas sobretodo. Por ejemplo, hace cincuenta años, había unas tiras de género que traían bordadas a máquina iniciales o números. Las familias eran muy grandes y entonces se le ponía adentro de las prendas el cuadradito con la inicial del dueño. Bueno, yo vi a alguien que compraba eso y lo transformó en vincha. Me pareció tan simpático porque es como revitalizar algo y demostrar que lo que se usó para una cosa, sirve para otra. Lo cual despierta la imaginación.

La idea era movilizar a la gente para que vieran que el Casco Histórico no tenía que ser exclusivamente viejo.

¿Cuál fue la labor del Museo en cuanto al patrimonio? ¿Qué es lo que el Museo pretende rescatar?

En el año ‘78, íbamos con el actual director del Museo (Eduardo Vásquez), caminando por avenida de Mayo, y nos encontramos con tres arquitectas que estaban tomando un café en la vereda. Ellas trabajaban en el Consejo de Planificación Urbana de la Municipalidad y contaron que el director del Consejo de Planificación Urbana les había dicho que pensaran qué se podía hacer. Nos preguntaron lo que hacíamos y les comentamos que queríamos intervenir en una zona histórica. Cuando llegamos al Museo yo le digo a Eduardo: “No perdamos tiempo, ¿qué tal son esas chicas?” “Macanudas” “¿Por qué no les proponemos hacer algo en conjunto?” Con lo cual iban a ser dos organismos municipales que trabajaran juntos. Fui a ver al director, al que le interesó (la propuesta) y entonces comenzaron a trabajar estas arquitectas con nosotros. Y así surgió la ordenanza (de protección del Casco Histórico) que se establece en el año ‘79.

¿O sea que salió medio de casualidad…?

Yo no creo en las casualidades. Yo creo que esas cosas de alguna manera están organizadas y explotan de pronto y se dan. Fue un trabajo absolutamente fascinante porque hicimos un planteo de acuerdo a lo que nosotros pensábamos. Nos sacábamos los ojos discutiendo porque había muchas razones conceptuales de peso: no el edificio único sino el conjunto, que no era necesariamente el edificio importante, si no el importante, el medio y el menos importante, porque cada uno respondía a una necesidad sociocultural. La persona con pocos medios hacía una casa que le costaba menos.

Es, para mí, vital entender que el carácter de Buenos Aires siempre fue el de una superposición de épocas, de influencias y de estilos. En una misma cuadra tenés una casa de 1900, otra de 1960, una de 1980… La calle Alsina, de Bolivar a Defensa es el mejor ejemplo. Hay de 1908, 1830, ésta (donde se ubica la confitería La puerto Rico) debe ser de 1870, en fin. Eso es lo que le da realmente carácter a Buenos Aires.

La ordenanza tenía un artículo que decía que en los terrenos baldíos era obligación construir en arquitectura contemporánea. Así seguía el concepto de la superposición de estilos.

Y así fue como empezó este trabajo, ya con una ordenanza que obligaba. También era importante que la Comisión Técnica que se creó para hacerse cargo del manejo del Barrio Sur no tenía poder para habilitar negocios. Es decir, si vos querías poner una ferretería vos tenías que ir a la oficina donde va la gente que busca la autorización para poner una ferretería o lo que fuera. Pero tenías obligación de venir antes a vernos a nosotros. Nosotros visábamos el pedido de habilitación porque así sabíamos en qué edificio iban a intervenir. Lo controlábamos y los asesorábamos. El hecho de que hubiera en ese momento una comisión que hablara con los interesados era vital. Te aclaro que la comisión trabajó desde que se creó en el ‘79 y por trece años, y no cobramos un peso, fue absolutamente ad honorem.

(a continuación…)

Clara Rosselli

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5 Respuestas

  1. Hello,

    How can I contact Mr. ARQUITECTO JOSE MARIA PEÑA ??

    Thank you,
    Rgds,

    Francis Bracke
    http://www.emailleborden.be

  2. Maria dice:

    Hola, quisiera saber lo mismo que Francis, cómo contactar al arquitecto! ¿Me lo pasarían por mail? Gracias!

  3. elena dice:

    Idem: ¿cómo hablar con J. M. Peña? Antes se llamaba por teléfono al Museo de la Ciudad y él mismo atendía. Era grandioso poder consultarlo por cualquier tema de San Telmo.

    • Gonzalo Plaza dice:

      El arquitecto Peña va de vez en vez al museo.
      Para contactarlo, podés acercarte directamente al museo, hablar con José Luis (trabaja allí) y dejarle tus datos.
      Esperamos ser de ayuda!

  1. 2 septiembre, 2013

    […] Todos los domingos a las diez de la mañana, llueva, truene o el suelo queme los puesteros de la feria de San Telmo llegan a la Plaza Dorrego y empiezan a armar sus puestos. Ha sido así desde  noviembre de 1970 cuando nació la feria, según quedó documentado en una entrevista a su fundador, José María Peña. […]

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