Nuestra defensora del barrio: doña Martina Céspedes

Contado por Avelino Carril, cerrajero del Mercado de San Telmo entre 1995 y 2007
“Si alguna vez fuimos y hoy ya no somos, debemos saber qué hicimos para ser nosotros”. —Avelinus Vulgaris S. XX D.C.

Vecina del barrio de San Telmo, doña Martina Céspedes fue nombrada “Defensora de Buenos Aires” por su actuación durante las segundas Invasiones Inglesas del 5 de julio de1807. Le fue concedido el grado de Sargento Mayor del Ejército y luciendo su uniforme desfiló junto al entonces gobernador Las Heras, en una procesión de Corpus del año 1825. Son pocas las fuentes que hoy cuentan de esta heroína del barrio, una de ellas es el libro “San Telmo, su pasado histórico”, escrito por el Padre Manuel Sanguinetti, cura durante muchos años de la parroquia San Pedro González Telmo, y editado por la República de San Telmo en 1965, que dice:
“Entre los vecinos animosos, que se quedaron desafiando el peligro, estaba doña Martina Céspedes, que con sus tres hijas atendía un pequeño negocio en su propiedad (hoy Humberto Primo 355) en el barrio del Alto. Los ingleses entraban en los almacenes abandonados por sus dueños, para proveerse de bebidas y comestibles. Doce de los soldados británicos se aproximaron, algo ebrios, a la casa de doña Martina, la que sin temor alguno los recibió en el umbral, prometiendo darles lo que pedían, con una condición: siempre que penetrasen de uno por la puerta entreabierta al interior del negocio. Al entrar el primero, doña Martina cerró la puerta, y aprovechando el estado de embriaguez en que se encontraban los soldados, ayudada por sus hijas, le quitó el arma para amarrarlo…así hizo con los demás”.
Cruzando desde el “Bar Sur”, la música de fondo de un tango de Arolas o Piazzolla nos recuerda que estamos en el barrio de San Telmo, cargado de historias y leyendas. En las más importantes ciudades, entre las que se encuentra Buenos Aires procuran conservar la arquitectura del primitivo lugar de la fundación con el propósito de brindar a sus habitantes y visitantes una visión de su pasado histórico.
Sin ánimo de pincharle el globo a nadie, ni que nos globalicen desinflando nuestra identidad, confundido entre los heterogéneos visitantes y escuchándolos hablar en diversos idiomas, acostumbro dar una vuelta por el Solar de French, en la actualidad galería comercial, pero conservando un aire colonial que predispone a la meditación por la evocación de la gloriosa Revolución de Mayo de 1810. Al fin me deposito en el café Plaza Dorrego, con insistencia tan obsesiva por el pasado que me rodea que me siento poseído por la historia transitando por un túnel que me aleja del presente.

¡Pero si estoy viendo a un aguatero y lavanderas que vuelven del río y hoy es cinco de julio de 1807 y todos los vecinos están en la calle y a los gritos!
Las tropas inglesas vienen por la calle de Santa Bárbara (actual avenida San Juan), también por la del Puerto (actual Humberto 1º) ¡y van por La Residencia! (conjunto edilicio construido por los Jesuitas, hoy formado por la Iglesia de San Pedro González Telmo y el Museo Penitenciario Antonio Ballvé). ¡Nos invaden -a la defensa y hasta el fin de la resistencia!
Ya en lo alto de la iglesia Nuestra Señora de Belén veo flamear la bandera inglesa y escucho los cañonazos de la escuadra enemiga saludando la usurpación. Llueve y el frío es intenso pero… ¿qué veo? Sí, sí! Son los vecinos del Alto, muchos descalzos o apenas sin rota y con más piedras que fusiles, negros, mestizos españoles y criollos han puesto sitio al invasor, impidiéndole el avance hacia la Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo).
Arrecia el temporal y su viento helado, pero nadie piensa en la noche, esperando a Liniers y sus tropas para batir el enemigo superior en número. Ya amaneciendo y gris, una exclamación saluda a los patriotas que vienen avanzando por la calle de San Martín (ahora Defensa) y junto a los valientes de San Telmo, rápido que logran rendir al ejército inglés. Y ahora una tal Martina Céspedes, abriéndose paso a los empujones entre los vecinos celebrando, logra llegar hasta Liniers.
“Capitán, en mi pulpería tengo prisioneros a once soldados ingleses y ruego a usted que pase a llevárselos”.
“Pero estimada señora, como habéis hecho para prenderles?”.
“Se presentaron en mi casa para saquearla y emborracharse, y les dije que lo mejor sería que lo hicieran de uno a la vez y de uno en uno. Cuando ya ebrios, con la ayuda de mis hijas los maniataba y los depositaba en los fondos, hasta llegar a los doce”.
“Señora disculpadme, pero no habéis bebido vosotras también, porque dijisteis que teníais once prisioneros”.
“Sí, porque son los que entrego”.
“Y que fue del duodécimo, acaso le habéis muerto?”.
“Vive Dios, es libre y es prisionero de Josefa, hija mía, y todo entero. Y prendidos por amor todo es posible. Se aman y el amor es invencible”.

Por el barrio de San Telmo -el de Martina-, para la ciudad y el mundo que nos visita, su historia persiste; continúa transmitiéndose a través de sucesivas generaciones y considero un deber continuarla en defensa de nuestra identidad.
Veteranos vecinos, algunos objetaron sus virtudes morales manifestando que prostituía a sus hijas, pero ¿quién le tira la primera piedra? ¿Acaso Humberto 1º, príncipe italiano asesinado por un anarquista y que nunca conoció la Argentina? La calle Del Comercio, donde Martina tenía su almacén, hoy lleva ese nombre ajeno a nuestra historia.


Humberto 1º nace en San Telmo y se desplaza hasta la altura del 3600 y si se interpreta como un homenaje a la colectividad italiana y sus descendientes en nuestro país, que siga llamándose así. Sólo proponemos pellizcarle unas pocas cuadras, desde la avenida Ingeniero Huergo hasta 9 de Julio. Y en consideración a nuestra identidad, sus historias y misterios subjetivos, rebautizarla con el nombre de Martina Céspedes.
La casa de Martina en San Telmo fue demolida, la ley que la tendría que haber protegido como monumento histórico llegó tarde, y hoy tenemos un edificio de departamentos modernos en Humberto Primo 355, al lado del colegio Guillermo Rawson. En su costado una placa (que fue sacada el año pasado sin explicación) nos la recordaba y dentro del colegio se conserva la reja de la ventana de la que fuera su casa. Bien mirada, cerrando los ojos, podemos ver a Martina detrás de ella y como esperando una flor de nomeolvides.
Los esperamos en la esquina Martina Céspedes y Defensa a tomar un café. En la borra del mismo descubriremos la imaginación y nos estarán esperando Margarita Oliden y Tita Merello, otras mujeres excepcionales del barrio de San Telmo, quienes nos harán volar al pasado y a otros cuentos. Chau.
—Avelino Carril

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4 Respuestas

  1. patricia dice:

    Hermosa historia. Me gustaria contactarme con Avelino Carril.

  2. melanie dice:

    esta lin do pero muy lindo, pero por favor podian hablar de que hiso martina pedraza
    tengo 12 años estoy buscando informacion sobre ella melo pidieron en el colegio en las vaciones de invieno pero no me sirve
    un beso
    melanie

  3. Eduardo Céspedes dice:

    estou escribiendo sobre Martina Céspedes y no encuentro datos sobre la propiedad que según fotos era de altos, porqué la tenìa Martina, y su apellido era soltera?, el soldado según algunos datos se llamaba Jhon, el que se quedó con la hina de Martina Josefa (Pepa) y que pasó despues con esa familia.Coincido que una calle de San Telmo debe llevar su nombre, o de Puerto Madero, la que hay en CABA, no es por Martina, gracias espero su ayuda.Eduardo Céspedes.18-08-2009.

  4. liliana dice:

    hola, soy liliana de haedo y les quería contar que vivo en la calle martina céspedes,y que además, como participo de talleres literarios, escribí un pequeno texto sobre ella. ya ven hay más calles que la recuerdan. besos

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