Tiempo de títeres

Por Raymond Howze

La pelota blanca oscilaba como una boya. No tenía cara. No tenía brazos ni ropa, solamente  un poco de cinta para mantener la poca estructura que tenía mientras se balanceaba allí, detrás de una pared negra. De repente se escucharon, atrás de la pared, gritos …“¡corre, corre, corre!” y la pelota se lanzó al otro lado. En esos segundos, la pelota cobró vida y emoción. Con gestos humanos y una voz fuerte se transformó, ya no era un mero objeto tenía una historia.

Silvia Musselli e Italo Cárcamo del Museo Argentino del Títere.

Silvia Musselli e Italo Cárcamo del Museo Argentino del Títere. Foto: Céline Massa.

El hombre que animaba a la pelota era el chileno Italo Cárcamo y dirigía una clase sobre los títeres. Con más de 10 años de experiencia, Cárcamo hacía parecer fácil darle al objeto inanimado vida y personalidad.

También conocido por su apodo, “El Pez Soñador,” Cárcamo es un titiritero que trabaja en el Museo Argentino del Títere ubicado en San Telmo. Empezó su trabajo en él  hace 12 años. A pesar de la muerte de su directora y co-fundadora, la casi mítica vecina ilustre Sarah Bianchi, hace casi dos años, Cárcamo y otros continúan transmitiendo la pasión de Bianchi por los títeres.

“Sarah era una mujer muy apasionada, una enamorada de los títeres, enamorada de su profesión… Y el museo era parte de su cuerpo y su vida.” dice Cárcamo.

El Museo Argentino del Títere, en la esquina de Piedras y Estados Unidos en el barrio de San Telmo, es el único museo de esas características en Latinoamérica. Entrando por las puertas de la antigua casa uno, inmediatamente, se topa con títeres de todo el mundo: Asia, Europa, India y África, por señalar algunos. La sala de entrada está llena de ellos colgados del techo y en los gabinetes de vidrio, acompañados por descripciones de cada región a la que pertenecen.

En el año 1983, Mané y Sarah lo fundaron y tenía “entre los principales objetivos documentar y preservar la memoria de la actividad de titiriteros y compañías tanto argentinas como del resto del mundo, además de propiciar el intercambio y el debate enriquecedor entre colegas”. Después de pasar por varios lugares, se instaló en la antigua casa natal de Bernardo en 1996, en un barrio cuya mezcla de bohemia y arte independiente fue tierra fértil para el desarrollo del proyecto.

Títeres del Museo. Foto: Céline Massa.

Títeres del Museo. Foto: Céline Massa.

“San Telmo es parte de la zona del Casco Histórico de la ciudad. Aquí pasan muchas cosas interesantes a nivel artístico y cultural. Creo que el Museo no sería como es si estuviera en otro lugar”, dice Cárcamo.

La historia de los títeres tiene sus comienzos alrededor de 2000  años a.C en Asia, apareciendo en el teatro de sombras en la India. Eventualmente llegaron a Europa durante el siglo XVI y luego a Sudamérica, junto a compañías de teatro europeas. El movimiento en la Argentina -y específicamente en Buenos Aires- creció rápidamente en los primeros años del siglo XX gracias -en parte- al poeta Federico García Lorca, que era un amante de los títeres. En el año 1934 se estrenó en Buenos Aires su obra “Los Títeres de Cachiporra” con escenografía, realización e interpretación local. Después de este hito, muchas personas que participaron en la obra eligieron seguir trabajando con los títeres. Ernesto Arancibia, Mané Bernardo y Javier Villafañe eran algunos de los nombres destacados a mediados del siglo. Eventualmente, ellos inspiraron a su vez a otra generación de artistas como Sarah Bianchi, Otto Freitas y Ariel Buffano. Ahora, el movimiento titiritero de Sudamérica es fuerte, con elencos de trayectoria, inquietud de parte de los jóvenes que buscan alternativas artísticas. Se realizan festivales regularmente y hay un rico intercambio de titiriteros de distintos países.

“Es importante para un titiritero poder viajar y conocer otros públicos, es casi parte de una mística de trabajo. Hoy, en  Argentina conjuntamente con Brasil, Colombia y Venezuela es donde más se cultiva y se apoya este arte”, dice Cárcamo quien tiene una habilidad evidente para trabajar con los títeres. Puede transformar sus emociones tan rápido como encender una luz. Con poco más de un metro y medio de altura, una barba desaliñada y el pelo atado en una colita, Cárcamo proyecta su voz al público como si tuviera un amplificador. Uno de los aspectos más difíciles para dominar pero en el que Cárcamo, parece, tiene mucha experiencia, es el de crear un ambiente creíble con su tono de voz y sus manos ágiles, que llevan al títere a tener vida.

Durante el taller que dirige, Cárcamo destaca este aspecto de su trabajo mientras explica cómo es la responsabilidad del titiritero con relación a proveer al público de los detalles de la escena. Además, transmite al grupo que el titiritero tiene la responsabilidad de todo: el sonido, la acción, la emoción y la trama. “La actividad artística en general tiene que ver con lo humano”, resume.

Títeres del Museo. Foto: Céline Massa.

Títeres del Museo. Foto: Céline Massa.

En el ejercicio tan simple como utilizar una pelota para crear un personaje, Cárcamo demuestra su habilidad innata para darle una personalidad al títere. El público pudo visualizar la escena en su mente, Cárcamo solamente la fundó.

Termina diciendo: “Yo no tengo sueldo pero también me siento muy ligado a esta institución, son 12 años que estoy acá. ”.

Silvia Musselli, ahora la gestora y coordinadora general del Museo, comenzó a trabajar con Sarah Bianchi hace alrededor de 10 años atrás y ayuda con la organización del Museo. Reconoce la habilidad de Cárcamo cuando dice: “Cómo profesor, es muy bueno. Tiene una buena pedagogía para transmitir lo que sabe”.

Para Cárcamo los títeres pueden transformar a la gente, porque existe la posibilidad de ejercer la imaginación sin límites. “Me cambió la vida. Fue como abrir una puerta y estar en otro mundo, en un mundo mucho mejor,” reflexiona.

El Museo Argentino del Títere en San Telmo. Foto: Lisandro Gallo.

El Museo Argentino del Títere en San Telmo. Foto: Lisandro Gallo.

En el barrio de La Boca, el reconocido proyecto de teatro comunitario Catalinas Sur, también tiene un programa de títeres. Como el Museo del Títere, trabaja con la comunidad ofreciendo talleres educativos para personas con  interés en el tema.

En vez de producir teatro con actores profesionales, Catalinas Sur crea teatro con “los vecinos,” dice Gonzalo Guevara, integrante del grupo de titiriteros de Catalinas Sur y uno de los directores del Festival Internacional de Títeres al Sur, que se realiza en Buenos Aires cada dos años. Personas interesadas en participar en el grupo de títeres asisten primero a los talleres para aprender las bases del arte. Guevara mismo empezó con los talleres de títeres en Catalinas Sur.

“Todas las personas acá trabajan durante el día de otra cosa, como una abogada o lo que sea. Luego vienen para hacer teatro”, dice Guevara.

El galpón de Catalinas Sur, en Benito Pérez Galdós 93, es un espacio colorido y lleno de actividad donde los títeres forman solo una parte del proyecto. Al entrar, se ven personas haciendo malabares, colgando desde cuerdas, haciendo la medialuna y otros ejercicios espectaculares. Muñecas grandes y arte adornan las paredes del teatro.

Guevara describe el trabajo con títeres como un arte con mucho potencial para generar sorpresa y magia. “El títere tiene un poder expresivo que no tiene el actor. Un títere puede hacer cosas que no puede hacer el actor humano: puede volar, puede romperse en mil pedazos…un actor entra al escenario, prende un cigarrillo y se va y no pasa nada. Pero si un títere entra al escenario, prende un cigarrillo y se va, el público se vuelve loco”.

Lo que atrae a Cárcamo y Guevara son las mismas cosas que le fascinan al público: la posibilidad de crear algo de la nada y entrar a un mundo imaginario.

Estos dos lugares, con su especialización en títeres, son una pequeña muestra de la vitalidad de este movimiento cultural que se desarrolla particularmente en Buenos Aires y, en general, en Argentina.

El Museo Del Títere en San Telmo ofrece espectáculos, así como talleres regulares. El costo de los talleres en el Museo, es $ 200 y pueden asistir como  máximo 12 personas. Más información: www.museoargdeltitere.com.ar

Catalinas Sur empieza los espectáculos de títeres el 15 de abril a las 16 con, “El Ratón del Invierno”. Más información: http://catalinasur.com.ar.

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1 respuesta

  1. gisela dice:

    HOLA SOY GISELA DE LA AGREMIACION ODONTOLOGICA DE BERISSO, NOS HEMOS DEDICADO DESDE HACE AÑOS A TRANSMITIR MENSAJES DE SALUD BUCAL A TRAVES DE LOS TITERES, HERRAMIENTA QUE NOS DIO INNUMERABLES SATISFACCIONES Y GRATIFICACIONES, HACE MAS O MENOS 15 AÑOS TUVIMOS UN TEATRINO CON UN OSO GIGANTE, QUE HOY DESCANSA TIRADO EN BRANDSEN, SERA POSIBLE RESCATARLO? OK SI LLEGA MI MENSAJE TIENEN MI CASILLA DE CORREO. GRACIAS

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