Breve reseña de un conjunto edilicio con mucha historia
En la manzana que se encuentra delimitada entre las calles Humberto Primo, Balcarce, San Juan y Defensa se encuentra lo que fue bautizada en su creación como la Parroquia Nuestra Señora de Belén que, en 1813 se convierte en la parroquia San Pedro González Telmo, en homenaje al patrono de los navegantes. Junto a ella, del lado de Balcarce, se encuentra el Colegio y Residencia y del otro lado con salida a la calle Humberto Primo está lo que se conoció como la Casa de Ejercicios Espirituales para Hombres Nuestra Señora de Belén, hoy conocido como Museo Penitenciario Argentino Antonio Ballvé.
Es, sin duda, uno de los predios más antiguos de la ciudad. Aclaremos que en la época de su construcción la calle Balcarce no existía, por lo que el predio del Colegio era más extenso ya que terminaba en la barranca que daba al río. Por el lado de lo que ahora es la Av. San Juan, se encontraba un huerto perteneciente a los jesuitas y años más tarde fue la fachada principal de la penitenciaría que comenzó a funcionar allí.
Ubiquémonos en el tiempo, alrededor del año 1700 la zona era considerada el suburbio de la ciudad y, muchas veces, a causa de inundaciones provocadas por fuertes lluvias el Rio Tercero del Sur, que tenía dos cauces que zigzagueaban por las calles Chile y Estados Unidos, cruzando Bolívar, Perú y Carlos Calvo, se inundaba de tal manera que aislaba la zona céntrica de los Altos de San Pedro dejando un desastre para la población, ya que por la calle Defensa había un fluido tránsito comercial que iba desde el puerto hasta la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo.
Debido a estos acontecimientos los jesuitas decidieron la construcción de este conjunto edilicio que sería un resguardo social para los más pobres, otorgándoles un buen refugio habitacional y también brindando la enseñanza de la doctrina cristiana de forma ordenada y disciplinada.
En el año 1734 comenzó la construcción de la parroquia y unos años más tarde en 1760 la de la Casa de Ejercicios Espirituales, con una capilla en su interior. Sobre la calle Defensa se construyeron una serie de Casas Redituantes, que eran de alquiler para habitar o también se utilizaban como depósito. El Colegio y la casa de Residencia -luego de la expulsión de los jesuitas en 1767- funcionaría como el Hospital de los Bethlemitas entre 1795 y 1815.
En 1869 la gran Casa de Ejercicios Espirituales, que ya funcionaba como cárcel correccional para penas cortas desde 1773 por orden del Virrey Vértiz, fue entregada en 1890 a la Orden Del Buen Pastor transformándose en la Cárcel de Mujeres que funcionó hasta 1987.
A lo largo de su historia al conjunto edilicio le fueron dando multiplicidad de usos, por ejemplo, alguna vez fue depósito de Sal de la Real Hacienda; en las invasiones inglesas de 1806 y 1807 funcionó como hospital para heridos y luego cuartel militar; en la época de la fiebre amarilla funcionó un cementerio y en la historia más reciente, la Casa de Ejercicios Espirituales hoy Museo Penitenciario, quiso ser adquirido por el gobierno de Italia para transformarlo en el Centro Internacional de la Moda pero el gobierno se lo negó invocando que ya había un proyecto para un Museo de Arte Precolombino, que tampoco se llevó a cabo.
Entre 1883 y 1884 hubo una remodelación en la fachada de la Penitenciaría, por la calle Humberto Primo, a cargo del arquitecto Benoit, donde se cambió el estilo colonial por un frente más tipo cárcel dándole un carácter parecido a una fortaleza con ventanas alargadas y una puerta alta y estrecha quitando los escalones a la entrada y ubicándolos después de la puerta principal. Se supone que este cambio también tuvo que ver con las obras sanitarias y del tranvía que sucedían por aquel entonces en una ciudad en constante cambio y crecimiento.
Se hicieron varias excavaciones en el hoy Museo Penitenciario, más específicamente en el atrio, en la capilla, en la galería y en el centro del patio, dando a conocer que la altura original del piso está a 71cm por debajo del nivel actual, que era de ladrillos y que los pilares conservan aún las bases enteras.
Muchas veces vamos y venimos por las calles donde se encuentran estos lugares, absorbidos por nuestra cotidianeidad y sin estar conscientes de lo importante que han sido en determinado momento para la sociedad. El Sol los vuelve a poner en evidencia una y otra vez para que no los olvidemos y también para que los nuevos vecinos conozcan y valoren el patrimonio histórico que los rodea.
Ignacio Lavorano
