El violinista
Domingo. Calle Defensa. Camino hacia San Juan, entre los abigarrados puestos de la feria. Antes de llegar a la avenida oigo una música celestial. Me acerco más y lo veo, es un violinista. Me quedo largo rato disfrutándolo. Él toca sin cesar. Se desliza de una pieza a otra como ajeno a la gente. Por momentos cierra los ojos.
Cuando hace un intervalo llegan los aplausos y me acerco, al igual que otras personas. Todos le dicen algo. Me interesa su personalidad y le pregunto si le gustaría contar lo que hace para “El Sol de San Telmo”. Se pone contento y combinamos para, café mediante, charlar un rato.
Llega a la entrevista con su papá quien lo acompaña a todos lados, también a la feria.
Se llama Mitchell Germán Soria Ávila -Soria por su papá y Ávila por su mamá, aclara-. Tiene 17 años.
¿Cuándo empezaste a estudiar?
MGSA: Estudio música desde los 4 años. Empecé gracias a mi papá; él es baterista, entonces me enseñó qué es la percusión, todo lo que es ritmo y lectura musical. También hacíamos ejercicios de tambor y leímos algunos libros que tenía. A los 5 años ingresé a una orquesta barrial en Ciudad Evita, donde mayormente pasé mi niñez. Ahí empecé a tocar el tambor y poco después comencé a interesarme por el violín. Se lo dije a mi papá, me compraron uno, hablamos con la profesora de la orquesta y empecé a tocarlo. A los 7 años ingresé en el Conservatorio Superior Manuel de Falla donde todavía sigo cursando. Hace 10 años que estudio y todavía me falta.
¿Cuántos años son en total?
Son cuatro años, estoy en el nivel superior cursando el profesorado, pero pienso seguir estudiando mientras me dé la cabeza. Mi idea es continuar los estudios en alguna universidad para poder desarrollar mi carrera musical y tener también un título universitario. Todavía no definí dónde, si en la UNA (Universidad Nacional de las Artes) o la UNLA (Universidad Nacional de Lanús) o el ISA (Instituto Superior de Arte del Teatro Colón). Al mismo tiempo curso quinto año de la secundaria y termino este año como abanderado.
¿En qué escuela cursás el secundario?
En el Instituto Simón Bolívar, donde estoy becado. Con lo que gano “a la gorra” cuando toco, pago parte de la cuota de la escuela. Debo tener un buen promedio para poder mantener la beca.
¿Tocás otros instrumentos?
Principalmente toco el violín, pero también batería y en la materia “Instrumento complementario” estoy empezando con el piano. Más adelante pienso tocar también guitarra.
¿Por qué elegiste el violín?
Creo que viendo a la gente mayor que tocaba. Los grandes violinistas son los que nos inspiran. Me parece uno de los instrumentos más destacables y no quiero decir con esto que ninguno sea menor, pero es muy importante y necesario para cualquier agrupación. De hecho, en la mayoría de los conciertos hay un violín.
¿Interpretás solo música clásica o también popular?
Especialmente me dedico a la clásica porque me encanta, pero cuando estuve durante un año en el Centro Cultural Polo Bandoneón -que es un lugar de tango- aprendí cómo usar el violín en el tango. Es muy interesante ver cómo los músicos emplean distintas técnicas para interpretar la música popular.
Te vi tocando con la partitura ¿Cuánto tiempo te lleva estudiar una pieza? ¿Tenés memorizada alguna?
Eso depende de la técnica y destreza que tiene el músico. No importa cuál sea ya que una misma obra puede tardar un año, un mes o un día.
¿Estudiás composición? ¿Componés o lo intentaste?
En el conservatorio tengo diferentes materias que tienen que ver con la composición. Una es “Contrapunto”. Trata del enfrentamiento de muchas notas, es decir varias puestas al mismo tiempo y lo que nos piden hacer es crear obras en base a lo que aprendemos. No sé si me interesaría dedicarme a la composición, pero sí tengo cierto conocimiento para componer.
¿Cómo empezaste con la música callejera?
Comencé junto a mi papá en San Martín. Cuando estábamos caminando por la peatonal me preguntó si me animaba a tocar en ese momento, ahí.
Interviene el papá -Raúl- y explica que fue en la calle donde comenzó a tocar música popular. Entre los dos escuchaban Rock Nacional, a los Rolling Stones y a los Beatles. Mitchell bajaba las partituras de Internet y las tocaba. Además de hacerlo en San Telmo también estuvo en Recoleta.
¿Qué significa para vos la música?
Creo que es un espacio que me puedo dar para escucharla y ejecutarla. Ejecutarla es mucho más emocionante porque es una forma de expresar lo que siento, lo que me pasa o a veces por el mero hecho de actuar. También me gusta escucharla, porque es muy lindo ver cómo alguien puede transmitir tantas cosas con su arte y generar tan buenos sentimientos que pueden hacer germinar una perspectiva completamente diferente de la vida.
¿Qué fue lo más difícil para aprender a tocar el violín?
Varias cosas, pero lo principal es el manejo mental de lo que es aprender, porque hay muchos que no saben cómo conducirse al momento de estudiar. Un profesor -Julián Albino Peralta- me dijo que la música también es un ejercicio mental. Lo más difícil es utilizar la técnica para aprender aquello que cuesta: una escala, un ejercicio, una obra. Es decir que hay que saber cómo estudiar, después -al momento de interpretar en público- eso se transmite más allá de toda la preparación.
¿Cómo aprendiste la postura?
Todos los instrumentos tienen una postura específica. Fue un dilema poder tener una buena postura con el violín, pero hasta donde yo sé es un ejercicio corporal de relajación, una conciencia completa del manejo del instrumento, cómo pararse, una espalda recta, el pecho hacia afuera, hay ejercicios para aprender de qué manera tomar el arco y también para poder ablandar la muñeca de la mano izquierda, pero todo se basa en lo que es la conciencia de la relajación y ejercicios técnicos.
¿Cuánto tiempo por día le dedicás al violín?
Creía que para ser un gran violinista se necesitaba estudiar 10 horas por día; existe gente que lo hace, pero no creo que sea necesario tanto tiempo sino cómo usarlo.
Me acuerdo de que un gran violinista -Itzhak Perlman- dijo que lo más importante es tener constancia; no preocuparse por todo lo que sale mal, puede salir bien al día siguiente.
No hace falta enfocarse tanto en un problema minúsculo, pueden ser dos horas al día con conciencia de lo que uno está estudiando, aunque en algún momento lo estuve haciendo durante cinco horas.
¿En tus ratos libres, qué te gusta hacer? Si tenés ratos libres…
Tengo ratos libres y me gusta salir con mi novia Valentina, compañera del colegio y con mis amigos; darme un poco de tiempo para jugar con el celular, no mucho, porque tanto desgaste con el celular me hace muy mal para concentrarme al momento de estudiar. Me gusta la literatura, las obras romántica, Dostoyevski -algunas obras como Noches Blancas-, Bécquer y ahora estoy leyendo Drácula, es una linda novela. La literatura me gusta y eso se lo agradezco a una profesora de la secundaria quien me introdujo en el mundo literario.
¿Te gusta ir a bailar?
No, porque no sé bailar bien. No me gusta mucho ir a fiestas, prefiero salir con mis amigos, ir a una plaza, ir a comer algo o estar con ellos jugando en nuestras casas. No me gustan los lugares muy ruidosos, prefiero los lugares con buen sonido.
Si yo quisiera aprender música ¿Qué sería lo primero que me enseñarías?
Creo que lo primero sería ver qué querés estudiar de música, pero igual no podría decir mucho porque todavía no soy profesor.
¿Y si te digo que quiero tocar el violín por primera vez?
Empezaría por enseñarte lo que es conocimiento musical básico al mismo tiempo que conocer el instrumento antes de ejecutarlo, es decir, cómo se coloca el violín, cómo se maneja el arco, cómo usar la mano izquierda, cómo son las cuerdas, cuáles son las notas musicales.
En la feria se te acercó un chico que quería empezar a tocar ¿Qué consejo le darías?
Es complicado porque a veces ven algo que les gusta y ya lo quieren hacer, pero primero deberían saber lo que los apasiona de la música y pensar si realmente lo sienten. Recién después comenzar con algún maestro particular.
¿Tendría que escuchar más de un instrumento para elegir?
No creo, hay un momento específico cuando se hace un clic y se sabe qué elegir.
¿Estás participando en algunos conciertos?
Estuve en Radio Nacional en la orquesta sinfónica juvenil y ahora estoy en la Sinfonietta Académica Waldman que pertenece a la misma directora, Bracha Waldman. Ella creó esta orquesta y me llamó como refuerzo de los segundos violines.Damos conciertos en diferentes lugares, aunque necesitamos apoyo económico para que la orquesta siga creciendo. La creó este año y es impresionante que en poco tiempo tantos músicos hayan querido formar parte y que nos presentáramos en lugares como la Facultad de Derecho, en algunos centros de ancianos y en espacios públicos. También pensamos hacerlo en algún teatro.
Por estar en la Feria de San Telmo me llamaron algunas personas para tocar, por ejemplo, en la galería de arte de Carlos Calvo al 600, en restaurantes, casamientos y también en los conciertos institucionales del conservatorio organizados por los profesores.
Pienso ser mejor de lo que soy como violinista, no me considero capaz de entrar en una gran orquesta, pero pienso seguir toda mi vida con esto. Quiero agradecer a mi viejo porque fue el que me ayudó en todo lo que respecta a la música, me introdujo en lo que es mostrarme ante el público todos los domingos, también por incentivarme para ser mejor violinista, como intérprete y poder seguir estudiando.
La entrevista llega a su fin, nos despedimos, aunque seguramente volveré a la Feria -como lo hago siempre- para quedarme largo rato viendo y escuchando a Mitchell.
Dije al comienzo que me acerqué a una música celestial. Es cierto, yo conozco al ángel que la toca.
Texto y foto: Stella Maris Cambre






















