LOS AFRODESCENDIENTES EN NUESTRA SOCIEDAD
El 31 de agosto se celebra el Día Internacional de los Afrodescendientes, con el objeto de homenajear a la diáspora africana en el mundo y contribuir a eliminar la permanente discriminación hacia ellos.
En el actual parque Lezama (según plano del Ingeniero Joseph Bermúdez) se levantó una barraca que pertenecía a la Compañía de Guinea, concesionaria para la contratación de negros a introducir desde África. Allí estaba el “almacenaje” de la gente de color (Contenido Social de la Revolución de Mayo – Eduardo Astesano, pág.123).
Los negros se constituían en sociedades o “naciones”, siendo las principales: Angola, Mozambique, Benguela, Gamandú, Casanche, Mina y otras. Tenían sus congregaciones o asociaciones piadoras en algunas de las iglesias de nuestra ciudad: San Benito en la iglesia de San Francisco; los Hermanos Terceros en el Templo Santo Domingo; los Cofrades de Santa María del Corvellón en la Iglesia de la Merced y la Congregación de Sa Baltazar, de Negros Congos, en la iglesia de Balvanera, que tenía su altar, el primero al entrar, mano izquierda (El Católico Argentino, Tomo 1 pág.673).
Según el censo oficial, realizado el 30 de abril de 1822 por Ventura Arzac y por orden de Rivadavia, la población de Buenos Aires, contenida en los 32 cuarteles en que se dividía la ciudad, llegaba a 55.416 habitantes. Sobre dicha población había 4.890 pardos y 8.795 morenos.
Con el correr de los años figuran asentadas familias de origen africano que llevaban los apellidos Wringt, Ezeiza, Campbell, Casares, Oliden, Videla Dorna, de Dorrego, Bernal, Brittain; entre otros, teniendo en cuenta que como eran esclavos tomaban el apellido de las familias que los compraban.
En este sentido recordamos que con fecha 9 de abril de 1812 el Triunvirato decreta que desde el 25 de mayo de 1812 se PROHIBE ABSOLUTAMENTE la expedición de esclavos en el territorio de las Provincias Unidas Y LOS QUE ARRIBEN DESPUÉS DE DICHA FECHA, SERÁN DECLARADOS EN LIBERTAD (Gaceta de Buenos Aires, mayo 15 de 1812). Por su parte, la Asamblea del 13 de enero de 1813 DECRETÓ LA LIBERTAD DE VIENTRES y la Constitución de 1816 declaró LIBRES A LAS PERSONAS DE TEZ NEGRA.
Pero esto no quedó ahí, por ley de fecha 15 de noviembre de 1824, la trata de negros es considerada como acto de piratería, castigándose a los ciudadanos que se dedicaran a ese infame tráfico. Recordemos cómo nuestros primeros marinos a bordo de la “Argentina”, inmortalizaron su nombre en los mares del mundo, armados en corso, oponiéndose por la fuerza de sus cañones, a la conquista del negro por el blanco.
Asimismo, por la Constitución de 1853 fue abolida la esclavitud, sin que ningún amo reclamara el pago de sus esclavos.
Pero vale la pena recordar y más aún valorar, que durante las invasiones inglesas los descendientes africanos lucharon en la defensa y reconquista de nuestra ciudad. Tanto es así que muchos años después de ser expulsados de las playas de Buenos Aires, uno de los jefes ingleses atacantes, el oficial del ejército británico, Alexander Duff, escribió sus memorias y dejó este recuerdo: “En un momento dado, con menos de cien hombres, yo estaba en medio de una ciudad donde todos eran enemigos, todos armados, desde el hijo de la vieja España hasta el negro esclavo”.
Nuestro barrio San Telmo desempeñó un honroso papel en aquellas jornadas cuyo heroico protagonista fue el pueblo de Buenos Aires, sin distinción de clases, pues al decir de Cornelio Saavedra: “Buenos Aires con solo sus hijos y su vecindario, hizo una memorable defensa y se llenó de gloria”. En las páginas de ese entonces quedó grabado cómo los vecinos pelearon bravamente contra el invasor, entre ellos había negros esclavos que se sumaron al esfuerzo de sus amos en las improvisadas trincheras y en los techos de las casas “convertidas cada una en verdaderas fortalezas”, según el testimonio fidedigno de John Whitelocke, oficial del ejército británico que participó en la invasión de 1806.
Un testigo de esos acontecimientos fue Pantaleón Rivarola (1754-1821, escritor, sacerdote, abogado y catedrático), quien relató esta crónica en verso, donde daba cuenta del accionar de los habitantes afrodescendientes en esas circunstancias:
La gloriosa defensa
En una de las guerrillas
que por el Alto se hicieron
fue atacado de improviso
por varios ingleses fieros
Don José Domingo Urién,
tercer comandante nuestro
y antes de tener lugar
de valerse de su acero,
un atrevido bretón
a tiro le apunta cierto,
mas, cuando va a descargar
el duro e incendiado fierro
y que nuestro comandante
se contaba ya como muerto,
un fiel negro que a su lado
le seguía, en este empeño,
con su pica atravesó
del inglés el duro pecho,
dejándole allí tendido
donde dio el último aliento.
Nuestro país es un crisol de nacionalidades, es un ejemplo para el mundo que así sea. El legado de cada uno de ellos contribuyó al enriquecimiento de la cultura de nuestra Nación; en el caso de los afrodescendientes, además, muchos de ellos la han defendido hasta con su vida.
Isabel Bláser
Nuestro agradecimiento a Cristina Fernández por la documentación aportada.






















