Patios de San Telmo de antaño con aljibes
Borlados de flores y helechos, viejas paredes recamadas de madreselvas y rincones poblados de macetones de los más diversos orígenes. Como guardando tanta belleza y dulce tranquilidad, la reja a través de cuyos hierros el caminante regalaba sus ojos buscando sin quererlo, a la cultora de ese canto de naturaleza.
Todavía existen en San Telmo algunas casas, así como recordando lo que fue el Alto y si en otros barrios se observan también características similares, siempre hay algo que los distingue; en estos faltan los recuerdos históricos que en San Telmo viven a cada paso. José Luis Lanuza lo expresa bien cuando dice: “Un paseo por Defensa y Balcarce, por la cortada 5 de Julio, por Venezuela o México, por Estados Unidos o Carlos Calvo, parece conducirnos mágicamente a la ciudad antigua. Si es de noche (porque la noche tiene la virtud de borrar los detalles anacrónicos), podemos hacernos la ilusión de penetrar en una Pompeya sumergida en el tiempo. Las ventanas enrejadas, la vejez irreal de las paredes, algún detalle típico como ese llamador que es una mano femenina, nos convierten en contemporáneos de los serenos que anunciaban con la hora la muerte de los unitarios o tal vez de los cantores que entonaban algún valsecito con música de Esnaola (y letra de Esteban Echeverria) al compás de las guitarras de la serenata”.
Por aquí ocurrieron muchas de las escenas de la “Amalia” de Mármol. Por aquí anduvieron candombes y mazorqueros. Y antes, revolucionarios “chisperos” que respondían a French y Beruti en los prolegómenos de la Revolución.
Mucho se ha escrito sobre este barrio popular, pero nunca es bastante para recordarlo con la emoción que producen todos sus rincones, sus mujeres sus hombres. “El Sur -para decirlo con frase de Jorge Luis Borges– es la sustancia universal de que está hecha Buenos Aires, la forma universal o idea platónica de Buenos Aires. El patio, la puerta cancel, el zaguán, son (todavía) Buenos Aires; sobreviven patéticos en el Centro y en los barrios del Oeste y del Norte; nunca los vemos sin pensar en el Sur”.
(Segmento del libro “San Telmo y su pasado histórico” – Manuel J. Sanguinetti- págs..337/8)