¿UNA PIEDRA DE LA MURALLA DE ZARAGOZA EN EL BARRIO DE MONSERRAT?

Hace un tiempo recibimos un correo de una colega aragonesa, en el que nos preguntaba si teníamos inconveniente que les diera nuestro contacto a una investigadora de la Universidad de Zaragoza, que había realizado un exhaustivo trabajo acerca de la historia de la piedra fundacional de la sede de una institución española de Buenos Aires, que había sido trasladada desde Zaragoza a nuestra ciudad.

Por supuesto que no solo no tuvimos inconveniente, sino que nos interesamos en tan curioso tema. Lo sorprendente de la situación fue que el encargo había sido hecho por la Asociación Patriótica Española… institución de cuya Comisión Directiva formamos parte. Inesperada y harto azarosa coincidencia.

Al comunicárselo, la Dra. María Elisa Sánchez Sanz (la investigadora involucrada), sorprendida y entusiasmada por la situación, nos envió el trabajo fruto de sus investigaciones y nos solicitó que le diéramos difusión tanto entre las instituciones españolas porteñas como entre quienes pudieran estar interesados en el tema.  

La Asociación Patriótica Española (actualmente Asociación Patriótica y Cultural Española como resultado de su fusión con la Institución Cultural Española), funciona en el edificio de la calle Bernardo de Irigoyen 668/678 -CABA- construido por la institución a principios del siglo XX y que ostenta -en su fachada- el escudo español. Es en este edificio donde se colocó la piedra solicitada a España y donde, afortunadamente, aún está.

Años de decadencia imperial, pero de creciente fervor patriótico

Los años finales del conflicto independentista entre España y Cuba (1895-1898) desarrollaron movimientos reivindicatorios del “glorioso pasado” y de exaltación patriótica, tratando de mantener viva la llama que había permitido a España llegar a ser aquello que, en esos años, estaba dejando de ser. Los españoles en el exterior -los de Buenos Aires en este caso particular- se organizaron para ayudar a su país de origen, su “patria”, en la desigual contienda que, finalmente, trasciende a Cuba y se da entre España y los Estados Unidos, directamente involucrados en la guerra. El conflicto finaliza en 1898, con la capitulación de España y la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas que, en breve, quedarían sometidas al poder norteamericano.

Es por esas circunstancias que, en 1896, se crea en Buenos Aires la Asociación Patriótica Española, con propósitos mutualistas en sus estatutos, pero también con el fin de ayudar a España en la guerra. Los detalles de la actuación de la Patriótica en esos primeros años de su existencia son por demás interesantes, pero exceden el interés de esta nota que debe centrarse en la saga del sillar de la muralla de Zaragoza.

En una Asamblea de la institución realizada a mediados de 1913 se discute y aprueba la idea de solicitar a las autoridades de la citada ciudad, un sillar de su muralla para que sirva de piedra fundamental del edificio que se planea construir como nueva sede. Cabe preguntarse por qué una piedra de la muralla de Zaragoza y no otra. La razón no se encuentra ni en la antigüedad de la muralla ni en su valor arquitectónico, sino en su valor simbólico dado que la ciudad se destaca en la heroica resistencia contra la invasión napoleónica en 1808-1814.

Aprobada la propuesta, a fines de julio viaja a Zaragoza Juan Roldán (propietario de la -por aquél entonces- afamada editorial “La Facultad” y miembro de la institución) con el objetivo de realizar la gestión. El tema lleva cierto apuro porque se desea que la piedra llegue a Buenos Aires antes del 12 de octubre, dado que se desea colocarla en la ceremonia de inicio de las obras, que se realizará en coincidencia con los festejos del entonces llamado Día de la Raza (hoy denominado Día del Respeto a la Diversidad Cultural). La cuestión es que el pedido progresa y el 1° de agosto de 1913 el Ayuntamiento aprueba la extracción de un sillar de las murallas para ser donado a La Patriótica y el lugar seleccionado es una de las torres ubicada en el monasterio de las Canonesas Regulares del Santo Sepulcro, una de cuyas paredes limitantes es la antigua muralla de la ciudad.  

El 12 de agosto tiene lugar la ceremonia de entrega del sillar, envuelto en una bandera española y acompañado de otros objetos simbólicos. Todos los elementos son adecuadamente embalados y despachados para ser trasladados por ferrocarril a Barcelona y el l3 se septiembre son cargados en el trasatlántico Reina Victoria Eugenia que zarpa al día siguiente, con destino a Buenos Aires. El conjunto de objetos es descargado el 1° de octubre y depositado en una carroza que, escoltada por otros vehículos, se dirige al solar de la calle Bernardo de Irigoyen, donde es recibida con gran pompa y mucha emoción. Tanto en el trayecto del cortejo como en el lugar de destino, se congregó una enorme cantidad de público y el evento ocupó mucho espacio en los diarios y revistas de la época.

Como bien señala la Dra. Sánchez Sanz, tanto entusiasmo se explica por la presencia de una muy numerosa cantidad de emigrantes, destacando que “Las emociones de los que acababan de llegar como las de los que ya estaban asentados allí hacía años, debieron hacerse un solo corazón latiendo al unísono provocado por el amor inmenso que sentían por su patria”. Y agrega: “Esa “piedra” no fue un simple pedazo de mineral duro. Debió ser la expresión más sincera de la nostalgia que unos y otros sentían por una tierra lejana, pero querida, añorada y deseada. En aquellos momentos de tanta exaltación, era un pedazo de la “madre patria”, España”.

La piedra no se coloca en los cimientos, sino que se fija a una pared junto al espacio destinado a despacho presidencial. El edificio es finalmente inaugurado en 12 de octubre de 1916 con una muy importante ceremonia en la que participan funcionarios argentinos y españoles, representantes de las colectividades españolas e, incluso, se hace presente José Ortega y Gasset, quien -en ese momento- se encontraba en la Argentina invitado por la Institución Cultural Española.

Esta es la historia, muy resumida, de un sillar de piedra que trasciende su forma y su sustancia y, luego de un viaje de casi 10.300 km, se presenta como símbolo y mensaje en la colectividad española de Buenos Aires.

El trabajo de la Dra. Sánchez Sanz: “Sonrisas y lágrimas por dos sillares patrimoniales del monasterio del Santo Sepulcro. 1. El de Buenos Aires” fue publicado en la revista Anástasis (2023); quienes lo deseen pueden solicitarlo al correo presidencia.iihml@gmail.com

José Sellés-Martínez

Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces

a) Fachada del edificio de la Patriótica, inaugurado en 1916. Desde enero de 2022 es Monumento Histórico Nacional;

b) Sector de la antigua muralla de la ciudad de Zaragoza. El recuadro amarillo señala el posible lugar de extracción del fragmento de sillar enviado a Buenos Aires;

c) La Lic. Nélida Pareja, actual presidenta de la Asociación Patriótica y Cultural Española, junto a la piedra en cuestión y la placa en la que se lee » Esta piedra fundamental extraída de las murallas de Zaragoza marcará permanentemente el rumbo de la Asociación Patriótica Española».

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